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Esculturas
Livio Abramo. Catálogo Misión Cultural Brasilenã Asunción – Paraguay, 1969
El arte de Mauricio Salgueiro es una arte que emana de las fuentes de la ironia amarga, de extrañas referencias entre el sentido oculto de las situaciones humanas y los elementos brutos que la mano del artista forja com el fuego de la soldadura autógena o que recoje entre los detritos y los destrozos de los llamados “cementerios de máquinas”.
Aquellas referencias son, siempre, alusivas a la condición humana así como a la “condición de la máquina”, dado que el artista sabe arrancar incluso de la máquina el sentido de la intimidad que ésta crea en su manuseo, en “vivencia” por el hombre. O bien se refieren a la condición hombre-máquina, esta última considerada en su dimensión extra-mecánica, es decir , en las cosas y relaciones en que la máquina – este denominador común de nuestra civilización – es subyugada por la fuerza creadora del artista y ese modo sometida a las férreas leyes humanas, mucho más duras que el propio hierro. Es esto que Mauricio Salgueiro hace. Los ”residuos” de la máquina conservan y retienen toda su obtusidad material propia de su naturaleza y es precisamente esta “calidad” que concentra y condensa el grado de expresión entre el residuo y la masa escultórica directamente salida de la mano del artista mediante la fuerza de la llama y de la inspiración.
Lo que quiere decir que el artista domina el objeto em toda su significación y lo funde en un todo, sin restarle potencia en su autonomía material dentro de la simbologia adquirida.
Esta fase de la obra de Mauricio Salgueiro, que nos parece muy importante, no es la única representada en esta
exposición. En otras piezas el artista simboliza las relaciones, las correspondencias entre el individuo, la máquina y el ambiente en que aquel vive – la ciudad moderna, la “urbs”. El “pathos” de estas relaciones está dramaticamente
realizado en aquellas esculturas en donde el movimiento,
las luces, los ruidos de la “urbs” contemporánea – ya que el arte de Salgueiro es inequívoco producto de la febril vida ciudadana en su esencia – la rudeza del metal y del sonido irritante buscan establecer el clima inquietante y obsesivo en el cual ciudadano de hoy es obligado a vivir.
Las esculturas de Mauricio Salgueiro poseen una rara y poderosa agresividad material y física. De ellas irradia uma fuerza en que la materia bruta de la masa fundida y coagulada por el fuego de la soldadura dan mayor poder de expresión a la intensión del autor.
Y esta intensidad choca, incomoda, dado que emana, incoercible, del hierro rudo, de los estridentes sonidos, de la nerviosa intermitencia de las luces, de todo esto que denuncia las situaciones más irrefutables de la vida contemporánea, con toda su tremenda carga pesando sobre el ser humano y transformando su naturalidad en las dramáticas figuraciones de estas esculturas. Esta es, en verdad, la revelación que solamente el arte hace posible.
Estas impresiones – ya que outra cosa no pretenden ser – sobre la obra de Mauricio Salgueiro no estarían completas si no transcribiéramos aquí las apreciaciones que un crítico brasileño há hecho acerca de este artista. Creo más que justo, por lo tanto, conocer, a seguir, las palabras muy reveladoras, que un talentoso periodista brasileño escribió especialmente para el catálogo de esta exposición. Creo que de este modo mis apreciaciones, que se refieren a solamente uno dos aspectos de la obra aqui expuesta, quedán completadas, para la mejor apreciación de este artista cuya exposición da Misión Cultural Brasileña há tenido el placer de organizar y presentar al público paraguayo.